Antes del lavado, es importante desinfectar la ropa interior adecuadamente para eliminar las bacterias y otros microorganismos que pueda haber acumulado. Para ello, sumergí las prendas en agua tibia con unas gotas de jabón neutro y dejalas en remojo durante unos 15 a 30 minutos. Una vez desinfectada, lava la prenda utilizando un detergente líquido específico para ropa suave o delicada.
Lo recomendable es lavar a mano, frotando suavemente la ropa interior y evitando retorcer la misma para que no se deforme y el encaje no se dañe. Por último, se enjuaga la prenda con agua fría.
Si preferís usar el lavarropas, (lo cual no recomendamos) colocá la lencería en una bolsa de lavado de malla fina para protegerla de posibles enganches, rozaduras con otras prendas de tejidos más ásperos o daños con el tambor de la máquina. Para que la lencería conserve su forma original, evitá utilizar secarropas y optá por secar tus prendas al aire libre (en lo posible en la sombra). Las telas de lencería suelen estar compuestas de plásticos que con el calor del secarropas se derriten.
Cuando la lencería esté completamente seca, es momento de doblar y guardar la prenda en el cajón.
Para los corpiños con aro o con taza, se recomienda dejarlos abiertos y abrochados (con la zona interna hacia atrás para encajarlos entre sí), colocando los breteles al interior de las copas.
Si es un corpiño tipo bralette o triangulito, es decir sin taza rígida, se puede doblar una copa encima de la otra y meter la parte de la espalda y tiras dentro de este.
En el caso de las bombachas, ligas y ligueros, o arneses, se recomienda el uso de separadores especiales para evitar que se enganchen con la madera o cualquier objeto.